Canción del Terruño
Emiro Arévalo Claro
4. EXALTACIÓN
PLEGARIA
Ante la tumba del padre Tavo

!Oh Dios de amor, compasivo y soberano!
ante esta tumba te expreso mi lamento
y pidiendole la gloria de mi hermano
un holocausto de amor yo te presento.

Hoy te ofrezco de mi madre el triste llanto,
de nuestro fraile su fiel apostolado;
de Zoila, la santa, su leal quebranto
y de mis hermanos su dolor ahogado.

De mi te ofrezco, Señor, humildemente
la tristeza de mi hogar adolorido
con el vivo sentimiento de un creyente.

Espero, también, ¡Oh Dios omnipotente!
que todo este pueblo de pesar henchido

eleve por TAVO su oración ferviente.

LA VIRGEN MARÍA

L os cielos infinitos te sirven de morada
A nte los destellos de la Majestad Divina
V oces celestiales con cadencia iluminada
I nflaman reverente tu sede nacarina.
R eina sempiterna te proclaman los querubines;
G uirnaldas doradas te dedican las doncellas
E nvueltas como diosas en blanquecinas nubes
N iqueladas con el resplandor de las estrellas.
M adre te llamamos por amor y por esencia
A ñorando fieles el mandato de tu Hijo.
R ogamos, con piedad, que tu célica presencia
I rradie la PAZ con infinito amor prolijo
A nuestra Patria, martirizada sin clemencia.


 

MI HERMANO SACERDOTE

Aferrado a  mi falsa ilusión de sonetista
y sin contar con la decadencia de mi vida,
escribo estos versos mas por un sentimiento
altruista que por hacer sonar una lira ya extinguida.

Loor a los hombres que escucharon al Bautista
para seguir de Cristo su huella definida.
Loor a los hombres que con fe redentorista
llenaron al mundo de cordialidad sentida.

Siete lustros de amor y paciencia meritoria
hacen del sacerdote un gestor por excelencia
para engarzar sus dulces recuerdos en la historia

Siete lustros de apóstol en el contorno humano
acariciados con el dulzor de la clemencia
son un galardón para ISMAEL, mi noble hermano.

Para mi querido hermano Ismael Enrique en su ilustre aniversario sacerdotal.
         
La Playa de Belén, agosto de 1994.

ISMAEL


I nmensamente triste por mi memoria ingrata

S in recuerdos ni rastros en la vida familiar

M e sorprendió una fecha de añoranza innata

A nte una tarjeta de estilo y gracia singular.

E l cariño nunca falla si con fe sensata

L igamos la familia con abrazo secular.

              ( Septiembre 6 de 1989 )

FRAY CAMPO ELIAS CLARO


F amilia santa de auténticos Playeros
R ecogió en su seno con fervor divino
A l vástago con designios tempraneros
Y estudiando en la ciudad del Palatino.
C laro es el linaje de su estirpe pura,
A mbarina su fe, de enseña patriarcal.
M archando siempre con singular ternura
P arece no importarle el duro carrascal.
O bediente, fiel del santo mandamiento
E narbola dignamente la bandera
L ábaro egregio de su ritual convento,
I nsignia noble de su virtud Playera.
A bsorto siempre en meditación cristiana
S almos y salmos medita en su breviario
C anta a su Reina con devoción mariana
L levando atento las cuentas del rosario.
A llá... en la Eterna Ciudad dejó grabados
R ecuerdos de santidad y de grandeza
O trora  jamás brillaron los graduados
C on señales de ignorancia y de pereza.
A mante del folclor, lírico brillante
R ecoge en su ilustre acervo iluminado
R eseñas con patriotismo desbordante
A cariciando a su Playa emocionado.
S acerdote ejemplar para siempre ungido
C abal orador de talla gregoriana
A crecienta con honor esclarecido
L a noble Comunidad Dominicana.
                 
(Agosto 26 de 1989)


IN MEMORIAM
           
(Manuel Jesús Claro Arévalo)

M ás que un señor fue un apuesto caballero,
A vido de libertad, pleno de confianza
N unca negó a su raza su calor sincero,
U ngido con el dulzor de la esperanza.
E ra su padre un legendario parroquiano
L leno de historias con sabor de fantasía,
D igno del perdón por su estilo no muy sano
E n los lindos jolgorios de La Playa mía.
J  unto al mítico chorrerón que ya no canta
E stá la vieja casa en ruinas dolorosas
S u antigua y dulce dueña con candor de santa
U n recuerdo dejó como sus bellas rosas.
S iguiendo con mi personaje inolvidable,
C umplió con honor sus principio de Playero
L a gloria de ser un alcalde respetable
A crecentó la dignidad del buen austero.
R ecuerdo con nostalgia su fiebre musical
O yendo mil veces su disco sombrerera
A rrancaba a su tiple la nota angelical
R educiendolo, luego, a ruinas de madera.
E n el fiel romance con la mujer soñada
V ino la prole de infinitas condicione;
A unados con amor muy digno de memoria
L os hijos dirán con las justas proporciones
O tro Silva que recordará la historia.