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Guido Pérez Arévalo
Biófilo Panclasta
Amante de la vida y destructor de todo
Por Guido Pérez Arévalo
guidoaperez@hotmail.com
 

Evaristo Vicente Lizcano. 1879 -1942. En una carta del 15 de abril de 1910, dirigida a Aurelio de Castro, desde el cuartel de policía de Barranquilla, Biófilo Panclasta dice haber nacido el 26 de octubre de 1879 en Chinácota.

Su nombre de familia, según escribió, fue Vicente R. Lizcano, que sustituyó en 1904 por Biófilo Panclasta (Bíos: vida. Filo: amante; Pan: todo. Clasta: destructor. "Amante de la vida y destructor de todo").

Sin embargo, la partida bautismo dice: "En la Santa Iglesia de Chinácota a seis de noviembre de mil ochocientos setenta i nueve Yo el cura propio bauticé puse óleo y crisma a un niño de once días a quien puse por nombre Evaristo Vicente Lizcano, hijo natural de Simona Lizcano. Fueron padrinos Ezequiel Omaña i Lucía Lizcano a quienes advertí el parentesco i obligación. Doy fe por el Dr. Dn. L. Manrique Ramón García". (Archivos eclesiásticos de Chinácota. Microfilmación de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días, Cúcuta).

 
 

Su padre fue Bernardo Rojas, pero en su época algunos hijos de unión libre solamente anteponían al apellido de su madre la letra inicial del apellido del progenitor. Esa es la explicación de su nombre de familia. En el mes de julio de 2011 encontramos la partida de bautismo, que había sido esquiva a investigadores y curiosos, porque en los datos autobiográficos nuestro personaje había omitido el primer nombre.

Honorio Mora Sánchez, escritor y, según sus palabras, "conductor de camiones, con ribetes de intelectual y periodista", conoció a Panclasta un día de marzo de 1941, cuando una enorme piedra interrumpió la marcha de su vehículo en las inmediaciones de La Donjuana. Abstraído en la contemplación del paisaje, al borde de la carretera, fue sorprendido por una voz varonil que saludaba a sus espaldas.

¿De dónde viaja, compañero? preguntó el extraño viandante.

Giró sobre sus talones y encontró, a través de las volutas de su tabaco, "a un sujeto como de sesenta años, regularmente vestido, de nariz aguileña, ojos vivos, frente ancha, barba escasa y estatura mediana. No portaba sombrero, y aparecía cubierto de polvo de pies a cabeza, con trazas de haber andado mucho a pie".

De Chinácota, respondió Honorio.

Chinácota es mi pueblo. Allá nací hace más de medio siglo. Mi nombre de pila es Vicente Lizcano, pero soy más conocido en el mundo con el de Biófilo Panclasta, el anarquista.

¿Usted es Biófilo? Inquirió Honorio dando un salto.

El mismo, en cuerpo y alma.

Liberada la carretera del obstáculo, los dos personajes tomaron direcciones opuestas, pero el destino los reunió esa misma noche en la plaza principal de Chinácota. Honorio lo encontró sentado en un escaño, rodeado de muchachos que oían su charla, con la boca abierta. Terminada la tertulia, lo llevó a su casa y allí lo hospedó durante varios días; la biblioteca y los periódicos de su anfitrión fueron su compañía y la reposición de su fuerza vital. Durante largas horas hacían gala de sus disciplinas intelectuales y recordaban anécdotas, aventuras, andanzas, triunfos y sinsabores. Biófilo "se expresaba en un lenguaje sentencioso, cargado de máximas y preceptos… afirmaba conocer cincuenta países y trescientas setenta y siete cárceles. Era, sencillamente, un despojo ambulante de los presidios… Nunca lo vi reír, y hablaba lentamente, como meditando cada frase, como buscando las palabras precisas y correctas que mejor encajaran en el discurso. A veces sus ojos que enantes, en remotos países, se embriagaran en la contemplación de los más exóticos paisajes, dejaban vagar sus cansadas miradas sobre el patio familiar atestado de rosales florecidos, después sobre el huerto aledaño colmado de árboles frutales y cafetos verdinegros, luego sobre los tejados de las casas, de tono rojizo, y por último sobre la cordillera de "El Espejo", tatuada de montañas, barbechos y sembradíos." (Crónicas y cuentos, Honorio Mora Sánchez)

Varios libros y no pocos artículos se han publicado sobre la vida de Biófilo Panclasta. Citamos los más conocidos: Biófilo Panclasta, artículo publicado por J. A. Osorio en El Tiempo, edición 9835, del 12 de febrero de 1939; Biófilo Panclasta, el eterno prisionero, de Orlando Villanueva, Renán Vega Cantor, Juan Carlos Gamboa Martín, Amadeo Clavijo Ramírez y Luis A. Fajardo Sánchez. 1992 - Ediciones Proyecto Cultural ALAS DE XUE; ¿Biófilo Panclasta, leyenda, mito o verdad?, artículo del doctor Mario Eduardo Mejía Díaz; La revolución soy yo, de Orlando Villanueva Martínez, Orvim Ediciones, 1999; Biófilo Panclasta, Guillermo Vargas Villamizar. Tipografía Cortés, San Cristóbal (Venezuela) 1988.

En carta dirigida al señor Aurelio de Castro, decía Biófilo: "Conozco casi todos los países de Europa, pero de una manera muy superficial, por cuanto las persecuciones que sufría, el temor que en los espíritus achatados despierta todo lo atrevidamente nuevo, mi situación económica doliente, y hasta la disparidad de opiniones con mis coasociados, me impedían viajar de otro modo que como un fugitivo. No obstante eso, de Francia, España, Inglaterra, Suiza, Italia, Bélgica y Holanda puedo apreciar el estado general de sus cosas. Estudié las fábricas, la conferencia, la huelga y el movimiento social. Y no obstante mi temperamento artístico, a ello apliqué el tiempo que las cárceles, el destierro o las miserias animales me dejaban".

Fue amigo de Piotr Alexéievich Kropotkin, geográfo y pensador ruso, el principal teórico del movimiento anarquista, doctrina política que se opone a cualquier tipo de jerarquía. Y cruzó cartas con revolucionarios de todos los niveles sociales e intelectuales, a quienes les decía con frecuencia: "Yo soy yo. Yo no dejo una religión por otra, un partido por otro, un sacrificio por otro. Yo soy un espíritu liberado, egoísta. Yo obro como yo siento. Yo no tengo más causa que la mía".

La amistad con Cipriano Castro, dictador de Venezuela (1899 -1908), le deparó el nombramiento en la Secretaría de Correspondencia; pero la derrota del caudillo lo llevó a la cárcel por orden de Juan Vicente Gómez, presidente de la República (1908-1913; 1922-1929; 1931-1935).

Conoció a Lenin y a Máximo Gorki, y alternó con célebres terroristas con quienes participó en diversos atentados en Europa y América. Por cuenta de su obsesión rebelde, encontró en cada ciudad una cárcel y, en el mejor de los casos, una indicación perentoria para abandonar la tierra que pisaba. De casi todos los lugares que visitó fue deportado; en otros ni siquiera tuvo la oportunidad de desembarcar. Le ocurrió en Puerto Colombia, donde los soldados del general Reyes acudieron a las bayonetas para mantenerlo a bordo. De este acontecimiento sus biógrafos rescataron para la posteridad una de sus frases lapidarias: "De todos los países del mundo, el más hostil para mí, ha sido mi propia patria. Porque sí de todas partes me han echado y llevado a la cárcel, sólo en mi patria intentaron asesinarme por el hecho de pedir hospitalidad".

Convertido en personaje legendario, fatigado de sus propias guerras, pálido y deshecho, más miserable que nunca, regresó a Bogotá y se echó en los brazos cariñosos de Julia Ruiz, una pitonisa que había cambiado los hábitos y los claustros del convento de las Hermanas de la Caridad por un cuchitril acondicionado para ejercer los poderes de la adivinación.

Biófilo Panclasta falleció el primero de marzo de 1942, por una enfermedad del corazón, en el asilo de ancianos de Pamplona. Orlando Villanueva Mrtínez, su más importante biógrafo, dice que en su morral de viaje encontraron un manuscrito de Lenin, una proclama de León Tolstoi y dos cartas de Blanca Inés, su novia de Capacho, Estado Táchira, Venezuela.

Tomado de la obra "Chinácota. Encuentros con la historia", de Guido Pérez Arévalo.

 
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